El ratoncito Popi una vez leyó que en el silencio podía escuchar su voz interior; por eso, se puso en acción y se alejó de todo bullicio a un lugar bien apartado, donde solo le acompañaban el trinar de las aves, el aroma de las flores y la discreta luz del sol. Ahí meditó y meditó, haciendo un viaje a su interior para conocer sus sentimientos y hacer amistad con ellos.
Vino a darle la bienvenida un sabio Sr. Llamado Intuición que le dijo al mirarlo: “Sé que hasta aquí has llegado porque algo andas buscando, por eso, si te llevas de mis corazonadas harás tu tarea más corta y menos pesada”.
Popi de inmediato aceptó lo que le propuso Intuición. Tomando en cuenta sus corazonadas pudo detectar lo que le mortificaba. Muy escondidito, entre la grieta de una de las heridas de su corazón, comenzó a escuchar la vocecita de su yo interior, quien llena de dolor susurraba: “Estoy triste y acongojado, soy un ratoncito malo, malo, por eso mi mami no me quiere y me ha castigado”.
Como se podrán imaginar, esa confesión impactó aquel ratón, quien con ojos desorbitados se acercó a ver quién estaba hablando. Al darse cuenta que era su pequeño yo, quiso solucionarlo.
En ese instante recordó con claridad el momento en el que su mamá lo castigó, sin dejarlo jugar con su amigo Simón, y enviándolo un buen rato a su habitación porque él había desobedecido los acuerdos que ellos habían establecido: “No podía salir sin permiso”; sin embargo, aquel día su mamá lo había tenido que salir a buscar sin saber dónde él podía estar. Por eso, cuando lo encontró, muy nerviosa y angustiada, le leyó un tremendo sermón y, como era de esperar, una consecuencia por su incumplimiento Popi debía enfrentar.
Al verse así, Popi no podía creer que aquel era él, tan triste y desolado, rumiando lo que en ese momento no había procesado. Al volver a mirar lo que provocó que sintiera aquella sensación, llegó a la conclusión de que no entendió que lo que su madre en aquel momento desaprobó no era a él, sino a su acción, y que al corregirlo ella le hizo un gran favor, porque realmente lo hizo por amor. Ahora, Popi entendió que por su inmadurez guardó aquel dolor y que, para sanar, necesitaba de esa reflexión y de darse a sí mismo el perdón, por haber roto el compromiso que con su madre había establecido y haberse expuesto a algún peligro.
Entonces, Popi, con ternura abrazó a su pequeño yo interior y lo calmó, diciéndole con tono tranquilizador: “estoy aquí y quiero ayudarte a estar tranquilo y sentirte feliz. Para eso necesito un favor, perdónate a ti por haber cometido ese error y comprende a mamá, por la forma en que reaccionó. Ella te ama, se puso muy nerviosa por miedo a que algo malo te pasara. Sabes que eres un ratoncito muy bueno y para ella eres su tesoro, su adorado pequeño. Ella solo quiso ayudarte a tomar conciencia de que las decisiones que tomas traerán siempre consecuencias y, que tal vez, al irte sin su permiso aquel día no lo tomaste en cuenta. En ese momento mamá fue una maestra para ti. Con estar consciente de que eso es así, podrás sentirte mejor y ser feliz, para eso estoy aquí”.
De esta manera Popi entendió que la angustia que sintió fue más porque interpretó que su mamá lo rechazaba. Pero ahora había recuperado la seguridad de que el amor de su mamá es un amor incondicional y que si lo sermoneaba, era porque en su papel de maestra intentaba que él, sobre una de sus acciones meditara, y con más conciencia actuara.
Y, colorín, colorado, de esta manera el ratoncito Popi fue muchas de sus heridas internas sanando, ya que estos viajes a su interior le sirvieron para darse cuenta de que él, a lo largo de su vida, muchas veces también se había rechazado a sí mismo y, al reconocerlo, está volviendo a conectar con su propio amor incondicional. Por eso, cada vez que puede alejarse y meditar, hace otro viaje a su interior para encontrarse con su niño interior, haciéndole saber que lo ama, está orgulloso de él y lo acepta tal cual es. Solo tuvo que asegurarle que todo está bien y que lo que le afecta se lo entregue a él, que ya como un ratoncito más adulto sabrá qué hacer y podrá, con facilidad, sus emociones sostener.
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