A la boca de Tim acaban de llegar Bolín y sus amigos ¿Te imaginas quiénes son? Sí, son los alimentos que le dieron a Tim para almorzar. Ellos están felices de llevar energía al cuerpo del niño que con mucho apetito de su plato los seleccionó y a su boca los llevó.
Cuando Bolín fue enganchado en el tenedor se sintió súper feliz, pues sabía que a Tim le ayudaría a recuperar fuerza y energía. Se estremeció de la risa – ¡ji!, ¡ji!, ¡ji! – cuando Tim lo comenzó a masticar, sintiendo cosquillas de verdad, en la medida en que Tim lo iba aplastando, con su saliva ablandando y con otros de sus alimentos amigos juntando. Todos se volvieron más amigos cuando Tim los unió en un solo bolo alimenticio y los dejó preparados para tragar. Ahora, Bolín y sus amigos tenían que hacer un gran recorrido. Estaban listos para bajar por el Esófago, el rápido tobogán que al Estómago de Tim los conducirá.
¡Pum!, cayeron en el Estómago como mismo caes tú en la piscina cuando te lanzas por un tobogán a toda velocidad. De inmediato, el Estómago se puso en acción, como buen anfitrión. Les hizo tomar un baño de jugo gástrico, los fue suavemente masajeando y haciendo que Bolín y sus amigos se fueran despacito desbaratando, hasta en una mezcla suave irlos transformando. Ya eran diferentes, no estaban redondos, como cuando bajaron por el Esófago.
Bolín comenzó a sentirse preocupado, no sabía cuándo debía hacer la entrega de energía que representaba su bocado. Entonces, escuchó al Estómago cuando en tono tranquilizador le dijo:
-No te preocupes, querido amigo, ahora pasarás a otro lugar, donde te unirás con los jugos necesarios para que el alimento que representas sea asimilado.
Diciendo esto, el Estómago pasó a Bolín a la siguiente habitación, la del vecino Duodeno. Ahí se tendría que juntar con otros amigos: el Jugo Biliar que había enviado el vecino Hígado y las Enzimas Digestivas que la tía Páncreas había preparado. Cuando todos estaban en ese lugar, a Duodeno le correspondía tomar, para a Tim entregar, las vitaminas y los minerales que Bolín y sus amigos podían aportarle. Luego, Duodeno hizo que ellos entraran en el largo túnel del Intestino Delgado. Ahí encontraron muchos pelitos risueños, pegados a las paredes de aquel lugar, ellos tenían un sorbete en su boca y por ahí, de Bolín y sus amigos tomaron todos los nutrientes que Tim estaba necesitando. Haciendo que la energía que chupaban a la sangre de Tim fuera enviada.
Ya Bolín tenía su tarea casi finalizada, solo esperaba por entregar un poco de agua, cuando al Iintestino Grueso de Tim lo pasaran. Bolín estaba feliz, porque casi, casi, había cumplido la misión por la que Tim lo ingirió.
Cuando el Intestino Grueso lo recibió, fue grande el disgusto que Bolín se llevó; ya que, de forma muy descortés, el Intestino Grueso hizo todo totalmente al revés. A él le tocaba tomar el agua que a Bolín y a sus amigos les quedaba y, luego se esperaba que, con cortesía, a Bolín y sus amigos diera salida. Sin embargo, había tremendo tapón, porque el Intestino Grueso no dejaba a nadie salir si no lo hacían primero reír.
Bolín no había preparado ningún chiste que al Intestino Grueso pudiera divertirle, pero, por el reto que recibió pensó: “De aquí debo salir yo, esa es mi misión, porque si me quedo aquí, a Tim le causaré dolor” – por eso, se inventó lo que a todos ayudó:
– A ver, a ver, pongan todos atención – dijo Bolín, pidiendo silencio y colaboración – Voy a hacerle al Intestino Grueso una sola adivinanza, y si no la sabe contestar, debe prometernos que se podrá relajar y nos dejará nuestra misión completar, abriéndonos sus puertas de manera correcta, como Tim se merece y espera.
– Te crees muy listo? Acepto tu desafío – expresó enfadado el Intestino Grueso.
Bolín aprovechó el momento y su adivinanza presentó:
Cabecita, cabecita,
piensa, piensa y adivina:
Un recorrido he realizado
en el que fui recibido por anfitriones solidarios,
hasta que me topé con él,
quien me quiere detener.
El es largo y arrugado,
y se puede decir que algo complicado,
pues debe saber bien controlar
lo que ha de dejar pasar.
Si deja salir sin control,
a su dueño perjudica,
pero si la salida detiene,
así también lo complica.
El debe conocer su importancia
en el proceso de la digestión,
por eso no puede alegar ignorancia
de que debemos salir de aquí, hoy.
¿Quién es? – preguntó Bolín con cara de expectación.
– Pues, francamente no sé – contestó el Intestino Grueso – evidentemente contrariado.
Todos comenzaron a reír por lo que acababan de oir. Nadie podía creer lo que el Intestino Grueso acababa de hacer ¿Cómo podía expresar que no lo sabía adivinar?
Bolín entonces intervino, cuidando de no herirlo.
– Es usted ese personaje, aunque veo que desconocía sus responsabilidades. Pero, siempre habrá tiempo para enmendar los errores que nos han hecho fallar.
Así, el Intestino Grueso, avergonzado, organizó el desorden que había provocado. Bolín salió sin dificultad y Tim agradeció que le devolvieran la salud y tranquilidad. De ese momento en adelante el Intestino Grueso tiene total control de sus habitantes, no tarda en dejar pasar a quienes se acaban de asomar, siempre que estos representen un bocado saludable y variado.
Y, colorín, colorado, los alimentos que Tim sigue masticando ya no temen quedarse ahí, sin que los dejen salir, y Tim no teme al baño ir para ayudarlos a su misión cumplir.
Fin
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