Cuando era una pequeña criaturita en el vientre de mi mami adoraba los momentos en los que con su dulce voz me leía. Recuerdo que acariciaba con ternura su vientre al sentir mis movimientos de felicidad, por esas impresionantes historias que me hacían saltar en total complicidad.
Mi mami reía al sentir que yo también lo hacía. Su gran panzón se estremecía cuando algo en la historia, alguna gracia nos producía. En los momentos en los que la narración nos provocaba temor, ella, con su mano bien abierta se convertía para mí en una muralla de protección. Yo, muy segura en su capullo me sentía, porque sabía que ella, por sobre todas las cosas me cuidaría.
!Qué felicidad! Yo estaba a su lado en todo momento. La sentía cerca, muy cerca, me encantaba estar tan pegadita a ella. Así pasé nueve meses. Ya estábamos acostumbradas a una rutina perfecta que nos hacía sentir muuuuy bien. Pero, una noche, mientras dormía, por pura curiosidad quise el momento aprovechar y afuera mi cabecita sacar, para las ilustraciones del cuento de esa noche poder mirar. Mi mami, con mis intentos de salida se despertó y me ayudó, porque ella también quería saber cómo era yo, esta pequeña bebé que esperaba con ilusión y que hacía nueve meses vivía en su panzón.
Aquí estoy, en sus brazos, ahora veo su dulce rostro mientras me lee. Me encanta sentir su olor, su calor, su amor. Me fascinan los matices de su voz cuando quiere llamar mi atención sobre lo que dice la narración. Me enseña las ilustraciones, me hace preguntas y me ayuda a entender las entretenidas historias que ha sabido para mí escoger. Eso me da realmente placer.
Ha pasado el tiempo, pero no ha variado esta rutina entre nosotras. Estoy feliz, porque mi mami acaba de decirme que ahora la lectura la puedo hacer yo, como ella me ha modelado durante algunos años. Ahora, se acuesta conmigo y yo soy quien tiene en sus manos el libro. Le leo, imitándola, como ella lo hacía para mí. Eso me hace sentir plena y feliz.
Terminé mi narración y suspiré de pura satisfacción. Me di cuenta que me encanta leer y eso a mi mami se lo tendré siempre que agradecer.
Como me gustan los libros, estoy coleccionando todos los que he leído. Tengo estantes que no pueden más, por todo lo que en ellos coloco después de su contenido disfrutar. Los guardo para cuando sea adulta y tenga un bebé al que, como a mí, podría gustarle leer desde antes de nacer.
Colorín, colorado, esta es la historia de una pequeña lectora que muchos cuentos desde el capullo ha saboreado, y que los guarda como un manjar, por si un día se convierte en mamá, con ellos poder a su bebé encartar.
La imagen fue tomada de:Mujer Embarazada Vectores por Vecteezy