Tinta era un duende encantador y muy respetado. Solía trabajar como mensajero de la paz cada vez que se presentaba un conflicto en el mundo imaginario y de papel al que pertenecía. Esta peculiar personita transitaba con libertad junto a sus mágicos amigos, los personajes del reino de los cuentos. En este reino cada quien tenía una misión específica desde el libro en el que vivía, gracias a esto, aquel paradisíaco lugar había podido sobrevivir. En él se cumplía a cabalidad la ley de “la corona que rota” como garantía de que pudieran mantenerse felices a través del tiempo. De esta forma, el reino de los cuentos seguiría adquiriendo cada vez más popularidad como consecuencia del bienestar en el que se sumergía todo aquel que allí habitaba o los que tenían la dicha de visitarlo.
Un día, todos notaron que algo raro estaba pasando, la nube del polvo del olvido comenzó a moverse lentamente, amenazando con cubrir con su aburrido y triste manto a todos los habitantes de las diversas ciudades de los personajes, apagando así la magia y la chispa que les daba la diversión que les aseguraba sus vidas, su permanencia.
Nuestro amigo Tinta, muy asustado, montó vigilancia para descubrir qué estaba provocando aquel caos. Alarmado descubrió que todo era consecuencia de que se estaban irrespetando las normas de convivencia ya establecidas. El rey en turno, al que ya se le había cumplido su período de reinado, se oponía abiertamente a entregar la corona para que otro rey fuera su relevo y garantizar de este modo que aquel lugar de ensueño siguiera funcionando de forma encantadora.
Todo estaba peligrando tan solo por la testarudez de uno, el rey casi saliente. Si su propuesta de reelección era aceptada, obligaba a que fuera desterrada la señorita imaginación del mundo de los cuentos. Si lograba ejecutar su malévolo plan, condenaría al reino a vivir en el total aburrimiento, pues el cuento de este rey ya todos lo sabían y no podía causar la más mínima emoción en quienes lo leyeran, ni los personajes se sentirían inspirados a actuar en algo tan conocido, pues la imaginación y, con ella la garantía de nuevas propuestas se habrían salido del juego.
Temblando ante aquella desastrosa posibilidad Tinta usó todos los medios posibles para hacer llegar el mensaje a los diversos personajes, en la variedad de libros o aldeas en los que éstos habitaban, tan sólo escribió “Rotación o desaparición bajo el polvo del olvido” y todos entendieron el mensaje. Cada personaje se motivó a hacer correr la voz con la forma que tuvieran de hacerlo, lo más rápido que pudieran, antes de que el temido polvo del olvido los desapareciera para siempre.
Así, las arañas tejieron con sus redes ¡Garanticemos la democracia!
Los granitos de habichuelas, sin importar sus colores, se juntaron para decir: ¡NO al destierro de la Señorita Imaginación!
En el verde pasto, los animales se ubicaron en sus respectivos lugares para comunicar su pensar al respecto: “Imaginación y rotación asegurarán la permanencia de nuestra nación”.
Las aves, en bandadas, formaban en el cielo el mensaje que su especie quería comunicar: “Un nuevo rey, una nueva historia”.
Los árboles, soltaron presurosos algunas de sus flores, frutos y ramas para expresar con ellas su sentir: ¡Que se rote la corona, que se cumplan las normas!
Los loros, salieron disparados repitiendo hasta agotarse: ¡Cambio de rey, cambio de rey, cambio de rey, urge cambio de rey!
Los insectos, usando como vocero el fuerte cantar del grillo, dijeron: ¡Rotaciónnnn, rotaciónnnn!
El agua del río, susurraba mientras corría presurosa, tú decides, tú decides, tú decides, tú decides…
El Sr. Sol, prendía y apagaba su luz de forma intermitente, indicando que todos estaban en peligro, que debían actuar de inmediato.
El viento inclinaba los árboles en una dirección, señalando el camino que debían seguir hasta llevarlos a todos al pozo de los deseos. Esto hizo que antes de que el lento polvo del olvido llegara a sus ciudades, con asombrosa rapidez, decisión y valentía los personajes ya habían echado en el pozo de los deseos su voluntad de quién deseaban que ahora llevara la corona.
Así, sin poder hacer otra cosa que hacer cumplir el deseo de todos, el rey saliente fue obligado a ser un rey saliente y entregó la corona al nuevo rey, avergonzado por el rechazo recibido. La señorita imaginación volvió a ocupar su posición y con esto garantizar que cada día vivirían nuevas experiencias, con las que irían construyendo historias entretenidas que invitarían a muchos turistas a asomarse a sus ciudades y así conocer sus atractivas y graciosas particularidades, garantizando una vida plena, divertida y feliz a cada uno de sus personajes.
Entonces, al ver que todo volvió a la normalidad, el pequeño duende Tinta se encargó de difundir el siguiente mensaje:
“VOLUNTAD EXPRESADA, NORMAS RESPETADAS, PAZ RETORNADA”
Y, colorín, colorado, el reino de los cuentos sigue siendo un lugar feliz que quiere contigo, amante de la lectura compartir.
FIN
La imagen fue tomada de:Naturaleza Vectores por Vecteezy