– En el centro de mi pecho
percibo un movimiento.
Siento un caballito que trota,
y con su trote anima mi cuerpo.
– No es caballo lo que oyes,
escuchas a tu corazón,
un lugar muy importante
diseñado por nuestro creador.
Él puso en un rinconcito,
de este órgano vital,
la fogata del amor
que siempre te calentará.
Le colocó, además, una puerta,
y a ti te entregó la llave,
tú decides lo que por ella,
entra y sale.
Te dijo que el terreno es bueno
para cosechar lo que quieras,
y te dio las semillas perfectas
para comenzar tu huerta.
Veo que asoma a tus ojos
el brillo de la felicidad,
producto de aquellos frutos
que pudiste cosechar.
– Tienes razón, amigo mío,
lo que trota es la alegría,
que corre por mi corazón
por la dicha de la vida.
!Gracias, Señor, por quererme,
y dotarme de cariño!
Lo que hoy alegra mi vida,
lo compartiré con mis amigos.
En tus manos, Señor mío,
pongo esta ofrenda, mi corazón,
para que siempre lo alimentes
con tu cariño y protección.
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