Cuento

Bienvenidos a este espacio de pura imaginación. Somos tus amigos Colorín y Colorado, nos encargamos de presentar todos los cuentos de María Cristina, quien se convierte en lectura pensando en ustedes. Para ella, leer es diversión y siempre deberá ser interrogación ante lo que plantea ella o cualquier autor. Si la lectura es un cuento será pura expectación, porque podrán adentrarse en los personajes, ideando otros posibles trances y finales.

Ya que un cuento les permitirá volar sobre lo imaginario y animarse a mejorarlo con lo que se les ocurra variarlo. Así se convertirán en sus lectores y coautores, y entre ambos habrán logrado que lo leído sea enriquecido y transformado. Por eso les animamos a leerlos, a recontar sus historias, sabemos que lo podrán muy bien hacer ¡Y ESA SERÁ SU VICTORIA!

Resumen:

En un limpio pueblito llamado Algodón nació una cerdita diferente que de inmediato llamó la atención de toda aquella gente. Era verde, con manchitas amarillas y una linda carita amistosa que motivaba a todos a acercarse, intentando con ella amistarse. Comenzaron a llevarle cositas ricas para comer, buscando con esto agradarla; pero, la gente se […]
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Chelín, la promotora del ahorro infantil

En un limpio pueblito llamado Algodón nació una cerdita diferente que de inmediato llamó la atención de toda aquella gente. Era verde, con manchitas amarillas y una linda carita amistosa que motivaba a todos a acercarse, intentando con ella amistarse. Comenzaron a llevarle cositas ricas para comer, buscando con esto agradarla; pero, la gente se empezó a alarmar cuando vieron que todo aquello que le brindaban, a su cerdita amiga no le gustaba, con nada se motivaba.

Pronto la falta de alimentación puso a aquella verde cerdita necesitada de una rápida atención; por eso, los habitantes del pueblito Algodón se dispusieron a buscar una buena solución.

Trajeron de emergencia al veterinario Pimpón, para que con paciencia la examinara y dijera qué era lo que a aquella cerdita le pasaba. El viejo Pimpón con cuidado la estudió y al cabo de un largo examen lo descubrió… todos lo miraban con atención y este con mucha claridad explicó:

– Es una cerdita de la familia de las alcancías que va a necesitar de que de forma constante la alimenten con ricas monedas y variados billetes. Si en esta delicada tarea ustedes fallaran, podrían provocar que esta cerdita por anemia agravara. Las casas que en su alimentación no participen se quedarán atrapadas por la miseria y sus habitantes muuuy tristes.

– Pero, Sr. Veterinario, nos está realmente asustando – dijo una niña con carita angustiada, que tenía a la débil cerdita amorosamente abrazada.

– Lo siento, pequeña, es una situación delicada que va a necesitar que todas las familias de Algodón estén muy involucradas, pues de que esta cerdita esté bien alimentada, dependerá el progreso de todo aquel que trabaje en eso.

– Por favor, explíquenos ¿De qué se trata? – preguntó el vecino Simeón, quien a la cerdita veía con cara de expectación, levantando una de sus cejas con total indiscreción.

– Me refiero a que la verde cerdita deberá ser alimentada por esta ranura que tiene aquí, estratégicamente ubicada – dijo el sabio veterinario, como quien está ante un fenómeno extraordinario.

Todos se acercaron a mirar aquella ranura tan particular.

– Esta sí que es una boquita rara – dijo un niño – al acercarse a mirarla, aprovechando para darle de comer una moneda que en su bolsillo llevaba.

La cerdita, muy rapidito tragó aquella moneda que el niño, con cautela, a su extraña boquita le acercó. Esto le dio la energía que necesitaba para mostrar una carita mucho más animada.

Al ver lo que sucedió, a todos los presentes se les escuchó exclamar, a una sola voz – ¡OHHHH! – asombrados por aquella rara especie que les inspiraba a alimentarla y quererle.

El niño que le dio por primera vez de comer tuvo el privilegio de buscarle el nombre que se le iba a poner. Con una sonrisa de complicidad, se acercó a la cerdita y le dijo con solemnidad:

– Como las monedas hemos visto que encuentras sabrosas e interesantes, Chelín te llamaremos de ahora en adelante.

Todos estuvieron de acuerdo con el nombre que se le había dado y prestaron mucha atención al plan de alimentación que ahora les propondría el respetado veterinario Pimpón. Este se subió en un escalón y desde ahí arriba los motivó diciendo:

– Pondremos en acción una estrategia que mantendrá a Chelín cada vez más fuerte, sana y bella.

A este plan “AHORRO” le podremos llamar, veremos que Chelín con él podrá progresar y con ella también se desarrollarán todos los hogares que en él quieran confiar.

– Eso suena seguro y divertido – dijeron – con mirada de aceptación y cariño.

Expresó entonces el veterinario Pimpón:

– Pongámonos pues en acción, hagan una fila para que lleven a sus hogares la forma en la que a Chelín ustedes podrán alimentarle. Como Chelín es una sola, haremos que esta se multiplique en tantas alcancías como hogares en este pueblo de Algodón existen.

Dicho esto, el veterinario Pimpón, con el instrumento correcto para aquella delicada operación extrajo de cada mancha amarilla de Chelín rosaditas y pequeñas alcancías a las que bautizó como Michelín.

Cada grupo familiar, se vio partir a su hogar abrazando una rosadita Michelín que cambiaría su porvenir. Todos los niños motivaban a sus padres a que fueran parte de aquel maravilloso plan de alimentación que les hacía tanta ilusión. Si llenaban sus alcancías de forma constante, Chelín siempre comería y estaría radiante.

Como es natural, con ese entusiasmo y atención, Chelín creció, creció y creció, y con ella cada familia del pueblo Algodón vio llegar a sus hogares la riqueza y el bienestar que el veterinario Pimpón pudo aquel día augurar.

Entonces, se corrió la voz de la prosperidad que Chelín había traído al pueblo de Algodón. Por eso, de otros pueblos se veían llegar caravanas de padres y niños que traían bien abrazada una cerdita Michelín sonriente, repleta y rosada. Marchaban con caritas de ilusión, en la dulce espera de que con lo que en ella habían podido ahorrar, cumplirían su sueño de a la gran Chelín alimentar, y como recompensa, también en sus hogares, tendrían progreso y bienestar, como el que habían visto que Chelín sabía, por demás, dar.

Y, colorín, colorado, de ese momento en adelante, cada amigo de Chelín, no importa lo lejos que tenga su hogar, desde allá puede mirar una cerdita realmente gigante, con manchas amarillas muy radiantes y su panza llenita de monedas y billetes que hace próspera y feliz a mucha gente.

Fin

La imagen fue tomada de:Ahorro Vectores por Vecteezy

 

Autora: María Cristina Espinal

Me gusta escribir, me gusta compartir mis escritos y hacerlo de forma impresa limita mis horizontes. Este es un medio ideal para llegar a aquellos que están mucho más lejos.
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