En la casita de la Mariquita Nani ya se estaban guardando los abrigos, acostumbrado ritual para despedir al abuelo Invierno. Durante su visita, con su larga barba blanca y sus cabellos de plata, el abuelo los motivaba a mantenerse dentro del hogar, cerca de la chimenea, saboreando una humeante taza de leche, té o chocolate. Esos momentos de cercanía eran disfrutados en familia con entretenidas conversaciones, lecturas, películas, o con los apreciados momentos en los que todos escuchaban alrededor del abuelo, con absoluta atención, sus maravillosos relatos, producto de todo aquello que este había vivenciado.
Al verlo salir con su maleta helada, todos tenían sentimientos encontrados. Sentían tristeza porque pasarían nueve meses sin volverlo a ver; pero, también estaban felices, dado que la casita de Nani era muy, muy chiquita, y solo podían tener una visita a la vez, lo que hacía que entendieran que era necesario que se marchara el abuelo Invierno para que pudiera entrar la alegre y siempre dulce abuelita Primavera. Esto hacía que la despedida del abuelo no fuera más dolorosa de lo que ya se sentía, siendo rápidamente reemplazada por la alegría de la próxima visita.
Como el abuelo estaba muy anciano tardaba en caminar. En lo que despacito salía de la casa, la mariquita Nani, con cariño y paciencia lo asistía. Mientras, afuera, en la dulce espera, la abuelita Primavera se entretenía alegrando todo alrededor, para que el abuelo, al marcharse, sintiera en el perfume de las primeras flores su amor.
En cada lugar que se asomaba la abuelita Primavera, brotaba la esperanza, salían las flores, quienes con sus variados perfumes y sus bellos colores hacían que todos le prestaran absoluta atención al paisaje. Con esto pretendía evitar que nadie sufriera cuando, de forma muy lenta, se fuera retirando la larga barba blanca de quien en los recientes días, tanto frío afuera les diera y, adentro, tanto calor de hogar les produjera.
Cuando ya el abuelo se perdió de vista, para mitigar la pena de su ausencia llegaron muchos pajaritos y mariposas. Quienes, con sus alegres ruidos, invitaban a que todos en el patio se mantuvieran entretenidos. Era lindo ver pasar los animales, de un lado a otro, paseando a sus crías, para que disfutaran la belleza del día.
La abuelita Primavera, feliz, no dejaba de animar cada hogar, y los árboles, como todos los años, para darle la bienvenida a esta esperada visita se llenaban de nuevos brotes, de flores, de colores, de vida. En cada lugar que la abuelita embellecía, se detenía, para disfrutar la satisfacción de ver reflejar en los ojos de quienes la recibían, el bienestar que les producía el bello, alegre y espectacular paisaje que esta les ofrecía.
Así pasó el tiempo, y se cumplieron tres meses de belleza y diversión. Como era de esperar, la abuelita Primavera se debía también de retirar para darle la oportunidad de entrar, a otro familiar de Nani a su hogar. ¿Tienes idea de quién será ese otro familiar? ¿Te lo podrás imaginar? Te lo voy a adelantar: veo que todos del closet han empezado a sacar: sombreros, trajes de baño, protección solar y ráfagas de calor han comenzado a llegar. Esa visita promete que se va también a gozar.
Y, colorín, colorado, los familiares de la mariquita Nani otra vez tristes están. Ahora, a su querida abuelita Primavera tienen que ver marchar. Pero, no hay tiempo para llorar, pues rápido deben ir a saludar a su ardiente tío, al que agua fresca le gusta siempre tomar, mientras se divierte al provocar que todos, absolutamente todos se quieran abanicar y deseen salir a nadar.
Fin.
Esta imagen fue tomada de: Jardín Vectores por Vecteezy