(3 de enero 2022)

Estoy molesta, muy molesta. Mi hermanita Vero hizo que pasara de la felicidad al enojo en un dos por tres. Estábamos felices soplando unos globos que nos regalaron, el de ella y el mío eran del mismo color y tamaño. Yo había cuidado el mío y sé que estaba en perfectas condiciones y ella se me acercó acusándome de que yo había cambiado mi globo por el suyo.

Eso no era cierto y se lo dije, pero ella no me quería escuchar. Seguía acusándome. Yo, que había dejado esfumar mi alegría y ya estaba realmente cegada por el enojo le dije: “Espera aquí, voy a revisar”.

Me fui al patio, directamente a la mata de naranja y piché con una de sus espinas mi globo, el que Vero me quería quitar de forma injusta. Regresé donde había dejado a Vero y le dije: “Toma, si tú dices que este es el tuyo está bien, llévatelo”.

Al verla soplar y soplar sentí una pasajera sensación de alegría que me duró poco, pues después me conmoví y me arrepentí de haber actuado de forma tan impulsiva. Mi corazón no me permite ser vengativa, eso no me da felicidad. Me he arrepentido de haber caído en las garras del enojo y la venganza.

Ahora que estoy en calma pienso que si tuviera la oportunidad de echar atrás el reloj, desde la calma, hubiera entregado mi globo a Vero, aunque le hubiera dicho que no era el suyo, pero que yo estaba dispuesta a compartir el mío con ella. Pues, pensándolo bien, una acción que no estuvo correcta por parte de mi hermanita menor me llevó a hacer otra acción incorrecta por actuar con impulsividad. Eso lo debo evitar. Como siempre dice mamá: “No le hagas a otro lo que no te gustaría que te hagan a ti”.

Hoy voy a la cama con una enorme sensación de culpa y con un gran arrepentimiento. Te abrazo a ti, mi querido Miayu, y te prometo que mañana abrazaré a Vero y le confesaré lo que hice. Solo así volveré a estar tranquila y en paz.

Que descanses,

Alondra,
Miayu, el diario de Alondra

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